Me llamó el propietario de un perro por un problema grave de agresividad. Cuando llego me hace entrar en un garaje donde encuentro al perro encadenado, viviendo a oscuras, muerto de miedo y en agresión defensiva. El perro había mordido. Estaban buscando refugio para abandonarlo allí pero estaban todos saturados. Apenas me dan unos días para salvar al perro, porque la solución alternativa era sacrificarlo, incluso ya habían preguntado precios.
Si te digo que esta situación llegó a ese extremo por culpa del adiestramiento en positivo, no te lo creerías. Pues sigue viendo el vídeo y verás cómo es posible que se den estos casos.
Algunos piensan que el conductismo más radical y los trabajos con clicker y premios son inofensivos, y que no pueden romper psicológicamente a un perro. Muchos de los perros que son trabajados en adiestramiento en positivo acaban sufriendo graves problemas sociales, de inseguridad, de estrés y neurosis.
Hoy te voy a contar el caso de un perro normal, no era un Pitbull, ni un Rottweiler, ni ninguno de estos que salen en las películas. Era un cachorro mestizo que llegó a un hogar con padre, madre y niño pequeño.
El cachorro creció sin ningún tipo de educación, ni disciplina, creció asilvestrado como tantos y tantos perros que hay en la sociedad actual. Hacía lo que quería, ladraba cuanto quería, mordía lo que pillaba, se subía donde quería… Pero a nadie le importaba porque era pequeño y les parecía gracioso. A la hora de la comida desde pequeño le habían acostumbrado a darle de comer de la mesa, y si no le daban, el perro se ponía pesado hasta que recibía comida. Y todo era muy divertido hasta que el cachorro dejó de serlo. y claro, no es lo mismo darle un trocito de comida a un cachorrito que a un perro que ya te mete el morro en el plato porque llega a la mesa.
Fue cuando llamaron a un adiestrador en positivo, y empezaron las típicas pautas de este tipo de adiestramiento. Al perro hay que ignorarlo mientras ladre y pida comida, así se aburrirá y dejará de pedir. Así entre otras pautas a cuál más loca.
Eso es lo que se llama una extinción de conducta. Cuando una conducta, por ejemplo ladrar para pedir comida, se ha visto reforzada durante mucho tiempo dándole comida al perro, este ha aprendido a ladrar para que le den comida. Cuando ignoras al perro para dejar de reforzar la conducta, ocurre que el perro va a ladrar aún más y más fuerte, eso es lo que se llama el pico de extinción. Si yo antes ladraba y a los dos minutos me daban comida, ahora voy a ladrar durante dos horas con todas mis fuerzas y con más rabia que nunca. Esa conducta va a alcanzar un pico más alto que nunca, para luego supuestamente bajar hasta desaparecer y quedar extinguida.
Esto de positivo no tiene absolutamente nada, porque ignorar al perro le genera unos niveles de estrés y de sufrimiento brutales. Pero como yo no estoy ejerciendo una acción directa sobre el perro, tengo mi conciencia tranquila y le llamo positivo, yo soy el mejor propietario del mundo y el mejor adiestrador y el que más quiere a los perros del mundo. Así de superficial es el adiestramiento en positivo. En el adiestramiento en positivo no importa en absoluto el sufrimiento del perro, solo importa mi ética, mi moral y mi egoísmo.
El perro ya jovencito con sus 25-30 kilos, según las pautas de este adiestrador en positivo, va a la mesa, y se pone a ladrar para que le den comida. La familia comiendo y el perro ladrando, todos ignorando al perro, y venga a ladrar venga a ladrar, la familia entera mirando a otro lado, el estrés del perro subiendo y subiendo, a acumular rabia de impotencia, hasta que en una de estas el perro mordió a quien le daba más comida: al niño.
Ahí ya se acabó el adiestramiento en positivo. Ya se levantó el padre y le pegó al perro una paliza de muerte, para luego encerrarlo en el garaje donde yo me lo encontré. Porque al adiestrador en positivo le contaron el caso por teléfono y ya no quería saber más del tema.
La situación es la de los padres que no quieren al perro, al niño le da miedo, que a mí esa mordedura no me vale ni como anécdota, pero a un niño de 8-9 años le hizo bastante pupa, tuvo que ir al hospital. El niño que tiene miedo del perro y tiene miedo hasta de que se escape del garaje, la madre que no quiere al perro en la casa, y el padre que lo odia. Y todo esto es por no enseñarle al perro a no molestar.
Fíjate que eso es algo que ya los perros aprenden en la camada cuando son cachorros. Al cachorro cuando le salen los dientes y quiere mamar, la madre le corrige enfadándo con él porque le hace daño. Cuando jugando le hace daño a alguno de sus hermanitos, los hermanitos no le ignoran y se van dejando de jugar con él, los hermanitos cuando sufren algún daño o abuso por parte de otro cachorro, le corrigen, se enfadan con él, le tiran una dentellada diciéndole – Oye tú imbécil, que me has hecho daño! – Entonces el cachorro agresor dice – Vale, perdona, lo siento. – Vale, vamos a seguir jugando pero ten más cuidado.
Sin embargo el adiestrador en positivo es más sabio que la madre del perro, que los cachorros y que toda la naturaleza. Y luego pasan estas desgracias.
Entonces con aquel panorama y ante la imposibilidad de hacer un milagro contrareloj, lo único que pude hacer fue sacar al perro de allí, llevármelo a mi casa porque en esa época yo no tenía perro, hasta encontrarle otro hogar. Así pude educarle y enseñarle algún truco para que fuera más fácil su adopción. Si no, cuando los interesados en adoptarlos me hubiesen preguntado – Y este perro qué sabe hacer? – Este? Que como te descuides te acuestas sin cenar.
Y te confieso una cosa. Que yo les doy de comer a mis perros de la mesa, les digo una patata para ti, otra para ti y se acabó y se acabó. Cada uno vuelve a su sitio y me dejan seguir comiendo en paz. Eso es tener a un perro educado.
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